El comportamiento colectivo de la especie humana es algo muy curioso y cambiante con los tiempos; para bien o para mal, la gente piensa lo mismo acerca de muchas cosas. Compruébalo echando un vistazo a estos artículos.
Tolerancia
Hoy en día tolerancia junto a democracia son dos de las palabras más pronunciadas por la clase política. Todos nuestros mandatarios afirman ser muy tolerantes y muy democráticos, especialmente y a pesar de que suene a tópico, cuando se acerca esa gran fiesta del pueblo llamada elecciones.
En mi opinión, cualquier ser humano interiormente hace una corta, pero efectiva clasificación de esta extraordinaria virtud del ser humano y es la siguiente: tolerancia cuando me afecta y tolerancia cuando no me afecta. Evidentemente, cuando un determinado problema incumbe a otros la gente suele mostrarse mucho más condescendiente con los causantes del mal que cuando esa contrariedad atañe directamente a uno mismo (supongo que casi nadie piensa que los chorizos que le acaban de robar el coche son víctimas de la sociedad).
Estos ataques de permisividad también suelen manifestarse cuando alguien da detalles a camarada o a un conocido del trato poco correcto recibido, verbigracia (por ejemplo), por parte de la dependienta de una zapatería. Es cuando, hipócritamente, ese solidario ciudadano aprovecha la situación para argumentar compasivas frases como: piensa que se pasan todo el día trabajando en la tienda y vienen muchos clientes; es normal que se comporten así. En multitud de ocasiones me he preguntado si todos estos amigos de nuestros enemigos reciben algún tipo de comisión o bien su estupidez es totalmente gratuita.
Para despedir este benevolente artículo recemos el paternóster de los tolerantes, que no es otra cosa que el presente de indicativo, en su versión políticamente correcta e integradora, del verbo tolerar.
(yo tolero) (tú toleras) (él tolera) (ella tolera) (ello (¿por qué no?) también toleranos) (otros toleramos) (nosotras toleramos) (vosotros toleráis) (vosotras toleráis)(ellos toleran) (ellas toleran)
Huelgas
Recuerdo que cuando era pequeño ocasionalmente no tenía clase porque había huelga de maestros. Yo me tomaba el asunto como si viviera unas pequeñas vacaciones y nunca se me ocurría preguntar a nadie los motivos por los que protestaban. Desgraciadamente, hoy en día las huelgas siguen existiendo. Perdón, mejor dicho: desgraciadamente, hoy en día las causas por las que ir a la huelga siguen existiendo y, por mucho que se empeñen en decir lo contrario, cada vez son más numerosas.
Lo que me hace gracia son las diferentes posturas que adopta la gente respecto a estos acontecimientos: en un extremo están los más radicales (los piquetes) y en el otro, los más conservadores (tipos con corbata que suelen hablar en los medios de comunicación del "derecho a trabajar" y de que "el paro ha tenido un escaso seguimiento").
Conozco casos de personas que las jornadas previas a una huelga general se pasan todo el día criticándola, pero cuando tiene lugar la misma están deseando que la puerta de su trabajo esté llena de violentos piquetes que les impidan el acceso al recinto, para así poder cobrar la jornada sin trabajarla. Incluso, hay veces que si ven la entrada despejada y van con tiempo, se ponen a dar vueltas con el coche con la esperanza de que acabe apareciendo un grupo de sindicalistas radicales que les nieguen el paso al tajo.y asi llegar mas tarde altrabajo.
Hablando en términos globales, hay muchos asalariados que se desvinculan de toda protesta laboral; a ser posible, dando a entender a los jefes que ellos no tienen nada que ver con ese rojo "motín". Pero, claro, si la cosa va bien y se consigue alguna mejora, ellos nunca van a renunciar a "alargar la mano". ¿Me explico?.
